Este
viernes 6 de abril, el autor Conrado Castilla presenta su último poemario en la
Casa de los Mora. El acto que comienza las 19 horas será presentado por Luis
Ángel Ruiz y participarán Manuel Lara Cantizani, Concejal de Cultura de Lucena,
el poeta Manuel Guerrero y el propio autor del libro.
Biografía
y obra
Conrado
Castilla Rubio (Pozoblanco, Córdoba. 1963) es
profesor de Geografía e Historia, miembro de la Asociación Cultural Naufragio y
forma parte del Consejo de Redacción de la Revista Saigón.
En 1998 se publicó su
primer libro, Desde aquí,
(Cuadernos del Gallo nº 23, Ayuntamiento de Pozoblanco) y desde entonces ha
publicado los poemarios Tres esquinas y
una más (colección Espiral, Ayuntamiento de Lucena) y Del tiempo que va y viene (Ediciones
Moreno Mejías, Sevilla). Además, sus poemas han aparecido recogidos en diversas
antologías como Lucena en verso,
Divergentes, Antología del XV Encuentro de Poetas en red y Arrecife de náufragos.
Colabora en diversas revistas literarias, como El rincón del Haiku, Saigón, la Ballesta de Papel o Aldaba.
Colabora en diversas revistas literarias, como El rincón del Haiku, Saigón, la Ballesta de Papel o Aldaba.
También ha publicado
diversos artículos relacionados con la investigación histórico-geográfica de
los Pedroches y sobre el patrimonio cultural andaluz y lucentino que ha
culminado con la edición del libro Itinerarios
sobre el patrimonio histórico de Lucena.
Gestiona el blog La luna del Hereje: conradocastilla.blogspot.com
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‘Cuando no tenga
presente’, su último poemario
El
último poemario de Conrado Castilla deja patente que la intersección entre la
vida y la muerte es el olvido. Nos encontramos con una poesía cuidada, con
versos que destilan esmero y humanidad, que rezuman piedad ante los semejantes
y muestran al lector cómo nos afecta el entorno y el paso del tiempo.
PROEMIO
Casi todos los días voy,
al menos un rato, a las palabras
Unas veces buscándolas
para crear un poema
y otras, las más,
salgo al encuentro de versos de otros.
Una vez encontradas las hago mías,
las guardo en el silencio
del cajón de mi mesa
y las dejo macerar
durante un tiempo.
Más tarde vuelvo a ellas, las releo,
borro lo que no me gusta
y reescribo con letras mínimas
un poema en mi cuaderno
sin disfraz que lo oculte,
esperando que cualquier día
alguien que busque otras palabras
ajenas
las encuentre.
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